Maribel Pagoto se hizo socia de Oberena hace 62 años. Su marido, Crispín Ancín, hace 53. Tienen seis hijos: Marta, José Miguel, Virginia, Daniel, Iñigo y Miriam. La tercera generación surgió con Pablo, y a partir de ahí, se sumaron el resto de nietos: Álvaro, Hugo, Claudia, Nicolás, Alejandro y Pablo. Julia llegó hace apenas un mes para inaugurar la cuarta generación.
La familia Ancín se ha reunido en Oberena, respetando en todo momento las medidas de seguridad, para conversar acerca de su vida en Oberena.
- De entre todos los clubes que hay en Pamplona ¿por qué Oberena?
Maribel: En aquella época, todas las amigas que salíamos queríamos tener algún sitio donde estar y decidimos ir a Oberena. Nos gustaba mucho el hockey, el tenis y otros muchos deportes. Pasábamos muchísimas tardes tanto en el club como en el Frontón Labrit. En ese momento, los equipos de Oberena jugaban sus partidos allí.
Crispín. Y allí se hacían bailes, tocaban el txistu etc. La gente joven de entonces nos juntábamos a bailar en el Labrit. Al principio, la casa social de Oberena era el Labrit. En 1986 construyeron el nuevo edificio y se pasaron todos los eventos aquí.
2. Tus hijos ¿fueron socios desde pequeños?
Maribel: Sí. Son socios desde que eran pequeños. Después de casarnos y tener el primer hijo dijimos ¡todos a Oberena!
Crispín: Pero en aquellos tiempos solo existía el verano. Había piscina de hombres, piscina de mujeres y el campo de fútbol. En invierno no había vida en el club.
Daniel: Nuestras vacaciones eran venir a Oberena.
Marta: Nosotros decíamos: como no tenemos pueblo, el nuestro es Oberena. Para mí, la semana del socio eran las fiestas del pueblo. Disfrutábamos de las paellas, de los calderetes, de los disfraces etc. Nos juntábamos muchas familias.
3. De pequeños ¿hacíais deporte en Oberena?
Daniel: Sí. Yo antes de pasar a jugar en el equipo de fútbol de Oberena jugué en el San Vicente, que era filial.
José Miguel: Todos hemos empezado en el San Vicente por proximidad a casa. Pero cuando saltabas a fútbol campo, pasábamos al Seminario, donde nos juntábamos con los equipos que procedían de Oberena.
4. Cuando empezasteis, ¿había campo de futbol en el club?
Daniel: Siempre ha habido campo de fútbol en Oberena. Era de tierra.
Crispín: En principio era de hierba natural (ríe), pero llegaba la mitad de la temporada y como llovía mucho, todo el agua venía a parar aquí y terminaba siendo un barrizal.
5. ¿Cómo recordáis el club de aquellos años?
Crispín: El club llegaba hasta donde están ahora los asadores. Y la carretera aquella (señala la zona posterior al edificio social) eran los antiguos columpios y la pista de tenis de tierra batida.
6. ¿Cómo veis el Plan Director que se está llevando a cabo en Oberena?
José Miguel: Entendemos que todo evoluciona. Antes era una sociedad con un número de socios más reducido. Éramos pocas familias. Hacíamos calderetes y participaba todo el mundo. Ahora es un club más grande, que da servicios a muchos más socios y tiene que evolucionar.
Marta: Antes era más familiar. Nos conocíamos todos.
Daniel: Y luego, comparas con otros clubes, que también están renovando sus instalaciones, y quieres hacer como ellos.
Crispín: Uno de los problemas de Oberena es la ubicación del campo de fútbol. Si coges el campo de futbol y lo mueves hacia arriba, podrían caber más instalaciones alrededor.
7. Marta, ¿en qué consiste tu labor en la sección de pádel?
Marta: Estoy en la Junta. Nosotros nos reunimos un par de veces al año para tratar varios temas de la sección. Pero el delegado y el director de la escuela son los que se encargan de los entrenamientos y de los equipos. En Oberena juega mucha gente a pádel. La escuela ocupa dos pistas todas las tardes y las otras dos nos las repartimos entre los demás. Nos gustaría que hubiera alguna pista más.
8. La de pádel es una sección joven que ha crecido mucho.
Marta: Sí. En la escuela tendremos cerca de doscientos alumnos y nueve equipos en competición, cuatro de chicos, tres de chicas y dos de veteranos, que, además, están en primera categoría. Y todos somos socios excepto dos o tres. La sección ha crecido mucho entre otras cosas porque el pádel es un deporte que se adapta a todas las edades. Es una excusa para hacer deporte, juntarte a tomar algo y hacer amigos.
9. José Miguel, tú eres delegado de la sección de tenis. ¿Cuál es tu labor?
José Miguel: Yo trato de poner un poco de orden en la sección para ayudar a la gente que quiere jugar a tenis en Oberena. Tengo la suerte de contar con un director deportivo y un equipo de técnicos que llevan de forma excepcional la escuela. Una de las peticiones que llevamos arrastrando mucho tiempo es la construcción de una pista más. Nos ayudaría a atender a la demanda que estamos teniendo en la escuela.
Crispín: Yo fundé la sección, junto a Juan Cruz y una cuadrilla seis o siete más. Antes solo había una pista de tierra batida. Y en verano, como el campo de fútbol era de tierra, por la mañana se ponían cuatro pistas de tenis más. Llegaban los entrenamientos de la tarde, se quitaban las redes y ¡a jugar a fútbol!
10. ¿Cómo recuerdas aquellos años jugando a tenis?
José Miguel: Yo me acuerdo siempre de esa primera pista de tierra batida. Bueno, era más parecido a ladrillo picado, porque te caías y te raspabas la pierna entera. No tenía apenas fondo y, en la parte de atrás, había unos montículos.
Marta: Ese montículo también hacía de grada vip (risas).
José Miguel: A finales de los 70 y principios de los 80 se hacían finales del campeonato social que eran un espectáculo. Igual se juntaban doscientas personas alrededor de la pista esperando a ver quién ganaba. Y salían como los toreros de la pista.
Marta: Y al que ganaba, lo cogían entre todos y lo tiraban a la piscina.
11. Los Ancín siempre han sido muy proactivos en Oberena. Virginia, tanto tu marido como tú formáis parte de la sección de ajedrez, ¿no?
Virginia: Cuando nació Nicolás, mi hijo mayor, lo dejé. Estoy desligada ya, pero mi marido sigue jugando en el equipo y colaborando con la sección.
Miriam: Yo de pequeña bailaba danzas. Fueron uno o dos años. Ahora suelo venir a las actividades que hay: body pump, spinning etc. Mi marido, Iban, también ha sido delegado y entrenar del equipo femenino de Baloncesto.
Daniel: Yo también fui monitor de spinning aquí.
12. ¿Cuántos días a la semana venís a Oberena?
Virginia: Nosotros todos. Aunque es verdad que ahora hago labor de taxista, suelto a los niños en la puerta, a veces ni entro al club, y después vuelvo a por ellos.
Claudia: Yo vengo solo en verano. Ponemos música y estamos con los amigos en la piscina.
Nicolás: Yo vengo todos los días menos los jueves. Entreno a fútbol y a tenis. Y mi hermano Alejandro también.
Hugo: Yo vengo casi todos los días y entreno a tenis y a hockey.
Marta: Este año ha cambiado un poco mi rutina con el coronavirus. Vengo uno o dos días a la semana a clases de pádel. Pero en situación normal, cuatro o cinco días a la semana seguro. Y el sábado igual, venimos a tomar una cerveza y después o nos quedamos a cenar o nos vamos por ahí.
Daniel: Yo este año, por culpa de la situación, no vengo casi y me he desapuntado del gimnasio.
José Miguel: Yo vengo tres o cuatro días seguro. Aunque parezca mentira, la pandemia me está dando más oportunidades de poder venir a Oberena a entrenar.
Crispín: De los 365 días del año, vengo al gimnasio todos menos los que cierran el club. Habrá unos veinte días al año que no venga. Y hasta hace unos meses, veníamos una cuadrilla a jugar a cartas por la tarde. Jugábamos al pinchazo a 15 céntimos. Nos tomábamos una ronda y lo que sobraba lo guardábamos para hacer comidas. Con ese dinero, hacíamos un par o tres al año.
- ¿Os reunís todos en Oberena en algún momento del año?
Daniel: En verano nos juntamos más aquí. Durante el resto del año, unas veces en Oberena y otras en otro sitio.
Marta: Hay cumpleaños sagrados. Para los de mi padre y mi madre buscamos siempre una fecha para estar todos. En su aniversario de boda también. Y durante las navidades intentamos venir todos aunque sea un día.
- Crispín, ¿cuáles son tus mejores experiencias en el club?
Crispín: Las mejores experiencias han sido haciendo calderetes y paellas en la semana del socio. Al principio empecé yo a hacer calderetes, pero no había un sitio para poder hacerlo. Gabriel, el antiguo conserje, me dejaba. Y por la noche nos juntábamos unos cuantos. Pero cuando llegaba la hora del cierre, venía Gabriel y nos echaba.
Daniel: Creo que Gabriel nos ha tirado de las orejas a todos, ¿no? (risas).
Marta: Sí. A mí me quitaba el carnet.
Daniel: Pegaba un chillo, porque estábamos todos por aquí cogiendo lagartijas, y salías corriendo del susto.